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1998. Diciembre

 

18 de diciembre de 1998

El sr. que más he querido en este mundo ya no está.

Desde hoy al mediodía ya no está.

Quizá otro día cuente todo lo ocurrido hasta llegar al limpio desenlace, hoy no puedo decir más. Limpio desenlace: qué bien te he comprendido hasta el último momento, hijita mía que ya no estás.

20 de diciembre de 1998

Y ahora queda pendiente mi “homenaje” a Mónica, mi fidelidad a su legado, tal vez los cabos que ella ha estado atando. Había pensado en la dedicatoria de un libro: “A mi hija Mónica, que ya no está”. Tendría que comenzar explicando algo de lo que para mí ha supuesto la muerte de Mónica. Precisamente su legado. Mi discreto testimonio intelectual…

Porque, si no hago eso, si no le levanto un discreto monumento a Mónica, ¿qué otra cosa podría hacer en esta vida?

Diario de Otoño. Página 226, 272 y 273

 

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