30 de octubre de 1996
Me comunica mi hija Ana que mi hermano Raimundo ha tenido un ataque al corazón… La noticia no sé hasta qué punto me impresiona. Mi disconformidad, mi rechazo de la muerte sigue siendo altísimo… Que tremenda, absoluta humillación la muerte. Qué extraño, incluso estrambótico proceso: mis padres, mis hermanos, yo mismo, los hijos, los nietos. Unos ya se esfumaron, ahora toca a quien toca.
28 de noviembre de 1996
Hablé en Manresa, tema eutanasia, sala repleta, mesa redonda: un juez, un cura, el médico y yo. El cura era el capuchino Jordi Llimona, buen amigo, que comulga con mis tesis sobre eutanasia y no oculta sus discrepancias con el Vaticano.
Diario de Otoño.Página 119, 126 y 127
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