2002. DICIEMBRE

 

8 de diciembre de 2002

“La muerte –escribe Bukowski- no me preocupa; es la última broma de una serie de bromas pesadas. La muerte no es un problema para los muertos. La muerte es otra película, no hay por qué preocuparse” (Shakespeare nunca lo hizo). Pero ya digo que a Bukowski no le preocupa la muerte porque está volcado en su escritura. Y eso de que “la muerte es otra película” tiene sabor inesperadamente hindú.

22 de diciembre de 2002

Hablo por teléfono con Rosa, mi cocinera, para darle el pésame por el fallecimiento repentino de su padre. Le pregunto si su padre tuvo un ataque de corazón. Rosa se echa a llorar. “Nada de eso –responde-: se tiró por una ventana.” Tenía ochenta y dos años, estaba perdiendo facultades, rechazó la decrepitud y obró en consecuencia.

La muerte, pues, sigue rondando; la muerte que tantas veces asoma en este dietario. Se van a cumplir veinticinco años de la desaparición de Charlot. Escribe Carlos Saura: “Como todos los ancianos, Charlie Chaplin, en los últimos años de su vida, estaba obsesionado con la idea de la muerte”. Bien. La vejez simplifica algunas cosas. De pronto sólo hay un tema dominante: desalojar el absurdo final. Vivir este final sin miedo. Y, llegado el caso, autoliberarse, como la madre de Lionel Jospin, que eligió “dejar la vida con serenidad”.

(…)

La muerte sigue rondando, decía. Los amigos siguen cayendo. Conozco las diversas respuestas culturales para amortiguar tan descomunal agravio. En casi todas las tradiciones se mezclan la desolación y la terapia. El nihilismo y la respuesta. Y que no me digan, por ejemplo, que en la Biblia no hay nihilismo. “Et laudavi magis mortuos quam viventes, et feliciorem utroque iudicavi qui necdum natus est.” Y alabé a los muertos más que a los vivientes, y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha nacido todavía. Bien es verdad que esto se escribió en el Eclesiastés (4,2-3), un libro extraordinario que contradice al resto de la biblia, un libro que es un gran precedente de las filosofías del absurdo. Pero otro día hablaré con más extensión de todo eso, del miedo, la cultura, el exorcismo.

Diario del anciano averiado. Páginas 210, 218 y 219

 

Escribir comentario

Comentarios: 0