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1997. Junio

 

 

4 de junio de 1997

El animalito herido y condenado me mira con ojos sabios e inocentes. Ella sabe muy bien lo que ocurre. Se evade. En su conciencia, no quiere saber. No quiere saber precisamente porque sabe. Pues bien, eso se lo vamos a organizar lo mejor que sepamos. “Eso” significa un buen ambiente que incluya, ay, la risa y el humor.

O sea, que aquí se trata de cambiar de onda. Aquí se trata de convivir con la propia muerte. ¿Cuántos años me quedan a mí? Presumiblemente, tampoco demasiados. ¿Y a mi hermano Rai? Quizá menos aún. Se trata de vivir al día, el regalo de cada día…

¿Mañana? Mañana, Dios dirá. ¿Dios? Me gustaría que existiese. Algo infinito que no inspire miedo. Poco que ver con el camelo teológico de las iglesias. Pero no sé. Tampoco sé.

Diario de Otoño. Páginas 189 y 190

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